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20 de junio de 2009
El Pueblo Darik
Cuando se produjo la escisión de los Antiguos Hijos, fueron muchos los que escogieron como lugar en el que asentar a su pueblo lo que consideraban las creaciones más titánicas y admirables de la naturaleza; las montañas. De constitución fuerte, anchos hombros y bello abundante, los Darik se adentraron entre sus afilados riscos y profundos acantilados, y fue a la sombra de sus cañones y en lo alto de sus barrancos donde construyeron sus ciudades de piedra. Sin embargo, con la irrupción de El Único, la historia del pueblo de la Roca en Olaerond llegó a su final, y como en el caso de sus hermanos del bosque, muchos cruzaron el Lándico hacia nuevas tierras. Cuando la guerra volvió a alcanzar el oeste, muchos lucharon junto a los Colonos, pero también hubo otros que desertaron y huyeron al sur, ganándose el odio y las maldiciones de sus hermanos; los llamados Bastardos de la Roca. Pese a todo, la guerra concluyó, y al pueblo de la Roca se le otorgó el derecho a constituir un estado propio. Se fundó así el Reino de Jobkherad, sumido en las montañas del norte, y neutral hasta los días que hoy importan.
Uno de los aspectos que más caracterizan al pueblo de la roca, es el de su fuerte sistema de castas y clanes. A ojos de la tierra, ninguno está por encima de otro, y solamente la adoración a la Roca Madre o la antigüedad de la familia intervienen en la condición jerárquica de cada clan. En cada familia existe un miembro, que suele ser el más viejo, conocido como Gran Darik. A ojos de cada familia, el Gran Darik es el líder y patriarca de la misma, así como el responsable de responder por su clan o de reunirse con el resto de representantes cuando la situación lo requiera.
Hoy en día, Jobkherad vive totalmente al margen de la guerra de sucesión y los conflictos entre reinos, aprovechando la demanda de armas y armaduras de todos los bandos, y comerciando con los metales preciosos que extraen de la montaña a cambio de las telas o las materias primas que escasean junto a la fría roca. Sin embargo, en el resto del continente la vida Darik no es tan fácil; desde los perseguidos en la Bahía de Made, a los Bastardos que malviven en las colonias repartidas por las Nawé, incluso son muchos los que han decidido abandonar a la Roca Madre, adentrándose en la civilización moderna como guías, mercenarios o artesanos.
Al contrario que los Urumy, los sentimientos de amor e idolatría que la madre tierra siempre a despertado en los Darik, han sido superados por otros dos que han aparecido con el tiempo; el respeto y el miedo. Para ellos, la protección de las montañas se ha convertido en un deber con el que hay que vivir si se quiere paliar la ira de la naturaleza, la cual han sufrido infinidad de veces en forma de derrumbamientos, riadas o avalanchas. Si bien viven en el exterior de la montaña, o en niveles no demasiado profundos, los Darik solo se adentran más allá para dos cosas; extraer los bienes que la tierra les otorga, y ofrecerle a cambio sus ruegos y plegarias. En cada ciudad o asentamiento Darik, existe una hendidura sagrada en la montaña, siempre vigilada por dos de los mejores soldados del lugar, en el que los Hijos se adentran cada día a arrodillarse ante la mismísima roca madre e implorarle su perdón.
Con el tiempo, muchos han abandonado el cobijo de la montaña, viéndose obligados a bagar por otras tierras. Por ello, y con el objetivo de mantener las antiguas enseñanzas y oraciones, se ha extendido la costumbre de portar uno o varios fragmentos de roca madre, a las que llaman Kiriak**, práctica de la que muchos han sabido generar un rentable negocio.
Además, los Darik siembre han sido finos y hábiles artesanos, y su facilidad para tallar la roca, moldear los metales, o esculpir piedras preciosas, es conocida en todo el mundo. De todas sus manufacturas sobresale el llamado "Acero Darik", de excelentísima calidad y gracias al cual, el pueblo a sobrevivido a guerras y enfrentamientos abasteciendo del mismo a todo aquél que lo necesitara.
Sin embargo, en tiempos de guerra poco puede hacer un puñado de piedras y monedas ante los ataques y los chantajes, por lo que mientras aprendían a moldear los metales, aprendieron a blandir las armas que fabricaban con ellos. Hoy en día, las frías e inexpugnables ciudades y fortalezas de su pueblo son tan famosas como las pesadas y letales armas que cuelgan de la espalda de sus fieros portadores.
**Término en Darik. Significa esperanza.
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